Es difícil poner en palabras este viaje porque fue mucho más que un retiro, fue una experiencia que me atravesó completamente.

Desde que llegué, sentí que estaba en casa. India tiene esa energía única: al principio puede ser abrumadora, pero cuando te rendís a su ritmo, todo empieza a tener sentido. El caos allá es un equilibrio perfecto donde todo y todos conviven de manera mágica.

El equipo que nos acompañó fue increíble. Cada persona cumplía su rol a la perfección, siempre disponible para responder dudas, contenernos y darnos la palabra justa en el momento indicado. Se sintió como estar en familia, donde pregona el cuidado y la escucha. Sonrío mientras lo escribo porque me trae mucha nostalgia revivir lo que sentí estando allá...

Algo que aprendí en este viaje es que la experiencia es lo que hagamos de ella. Me parece justo hacer esa apreciación porque India tiene muchos matices que a veces nos sacuden, nos desafían y nos hacen cuestionar todo. Pero cuando te entregás sin resistencias, sucede algo inexplicable... Y eso fue exactamente lo que me pasó. En lo personal, siento que afloró una versión mía hermosa, atravesada por la inocencia de sorprenderme de todo lo que veía:  los colores, las texturas, los aromas, la comida, las miradas, la musica, los silencios ... sin dudas una fuente de inspiración constante.

El retiro en sí fue un viaje derecho al corazón. 

Me volví con esa sensación, con el corazón lleno y la certeza de que algo dentro de mí cambió para siempre. Despertarme con el alba, las prácticas de yoga a la mañana, las charlas colectivas, los paseos a lugares impensados, absolutamente cada plan fue un buen plan. Lo mejor es que tenés la libertad de sumarte a lo que quieras, respetando el tiempo que te pide el cuerpo: dormir un poco más si lo sentís, elegir las prácticas que más te resuenen… y eso hace que todo fluya a tu ritmo sin exigencias. 

Uno de los momentos más hermosos del retiro fue alojarnos en el ashram de Madhuban, a los pies de los Himalayas. Un lugar lleno de flores, de extremo silencio y bienestar, donde sólo se escuchan las aves y, de vez en cuando, los árboles sacudirse por los monos que saltan entre las ramas. La paz que se respira ahí es tan profunda que es difícil irse. Es un espacio que parece existir fuera del tiempo, donde el simple hecho de estar te llena de calma y gratitud.

Sólo tengo palabras de agradecimiento a todo el equipo que hizo posible esta experiencia: Mila, Saraswati, Pintu, Avinash, Sikander, Allok Krishna,  Harinam Das y a todos los participantes de este retiro que sin ellos, no hubiera sido lo mismo.

Sólo puedo decir gracias gracias gracias.

Sólo pienso en volver a casa pronto.

Fuente de la cita

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